lunes, 16 de noviembre de 2015

La Mezquita de Córdoba

Asentado definitivamente el nuevo estado musulmán en la península ibérica y eliminadas las iniciales tensiones que habían surgido durante las primeras décadas de ocupación entre los grupos árabes, bereberes y sirios, Abd al-Rahman I decide en 785 la construcción de una gran mezquita en la ya entonces capital de al-Andalus, Córdoba, que será sucesivamente la gran obra de todos sus sucesores hasta poco antes de la caída del califato. Se construyó en el terreno de la iglesia de San Vicente, cuyos cimientos se descubrieron al hacerse excavaciones en el interior de la mezquita en la década de 1930.
La mezquita es el lugar en el que los musulmanes se reúnen para orar. A diferencia de las iglesias cristianas, en su interior no se desarrolla ninguna liturgia que necesite divisiones espaciales ni se utiliza ninguna iconografía centrada en la figura de Dios, no existiendo un arte figurativo religioso.
El esquema de una mezquita se basa en la casa de Mahoma en Medina, donde oraba con sus discípulos a un lado del patio cubierto. De este esquema desarrollado resulta un espacio acotado al que se accede por un patio descubierto (sahn) en el que hay una fuente para las abluciones (sabil). Por uno de los frentes del patio se accede a un amplio recinto cubierto por una techumbre normalmente plana sostenida por columnas (haram), donde los fieles se reúnen para la oración. El haram se ordena visualmente mediante un muro cerrado (qiblah), orientado a La Meca, en cuyo centro hay un hueco (mihrab), sin una función claramente definida, que concentra el adorno más ostentoso de la mezquita. A veces, el espacio más próximo al mihrab se acota (maqsura) o se coloca un púlpito (minbar) para dirigir la oración.

martes, 3 de noviembre de 2015

El legado de Mahoma

profeta del Islam
Mahoma nació en el año 570, en la tribu de los Quraishíes, los tiburoncitos, que incluía una decena de clanes, de los que el más conocido era el suyo, el de los Hashim, que todavía hoy sobrevive en los soberanos del reino Hachemita de Jordania, sus descendientes directos.
Varios signos prodigiosos anunciaron el nacimiento del mensajero de la fe islámica, cuya existencia, como la de otros fundadores de religiones, pasó a la historia asociada a sucesos milagrosos desde su infancia.
Toda su vida, el profeta estuvo orgulloso de las circunstancias de su nacimiento: "Alá me hizo nacer en la mejor de las dos mitades de la tierra, en el mejor tercio
 de esta mitad, entre los mejores hombres de este tercio, los árabes, los Quraishíes, Hashim y Abd-al-Muttalib".